Introducción
En este artículo vamos a abordar la respuesta sexual femenina. Conocer esta respuesta favorece que exista una mejor comprensión del comportamiento sexual. Esta comprensión tiene dos vertientes, por un lado, que las mujeres acepten su sexualidad, y por otro que la escucha y la respuesta de los hombres sea más empática. En consecuencia, la interacción sexual puede alcanzar mayores niveles de bienestar, tanto por parte de las mujeres como de los hombres.
Por otro lado, vamos a introducir nombres de científicos y científicas, para algunas personas estos nombres pueden ser muy conocidos, en cambio, no tanto para otras. Por ello, voy a poneros en antecedentes, para que la lectura se os haga más amena.
Masters fue un famoso Ginecólogo y Johnson una famosa Sexóloga. Kaplan fue una famosa Psicóloga que se especializó en Sexología y Terapia Sexual. Rosmary Basson, es una profesora de la Facultad de Medicina del Departamento de Psiquiatría de University Of British Columbia. David M. Schnarch es un acreditado Psicólogo Clínico y Sexólogo con una dilatada carrera profesional.
Aclarado esto, nos introduciremos en la materia. Vamos a la respuesta sexual femenina con una visión biopsicosocial.
La Respuesta sexual en la mujer
En la década de los años 60 del siglo pasado Masters y Johnson estudiaron la respuesta sexual humana. De los resultados que obtuvieron de estos estudios llegaron a la conclusión que la respuesta sexual humana se podía dividir en cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución.
Posteriormente Kaplan amplió las fases de la respuesta sexual humana que habían descrito Masters y Johnson, incluyó el deseo sexual como una fase más que había que poner antes que la excitación. Según esta autora el deseo se pone en marcha ante un estímulo satisfactorio y está presente antes de que las personas realicen algún contacto físico. En este sentido, pone de relieve la influencia de lo mental en la experiencia sexual, al decir que “el cerebro es el principal órgano sexual y la excitación es mitad fricción y mitad fantasía”. Ya en 1991 Schnarch determinó que el deseo sexual se mantiene presente en la excitación, meseta y orgasmo, y puede continuar en alguna ocasión después de la resolución, fundamentalmente en mujeres.
Ya en la primera década de este siglo, Basson y sus colaboradores definieron el modelo de la respuesta sexual femenina como un modelo cíclico biopsicosocial. En la respuesta sexual femenina existe una retroalimentación entre los aspectos físicos, emocionales y cognitivos. Según estos autores, en las mujeres existen dos caminos, por un lado, puede que la mujer tenga un deseo que se encamine a buscar una interacción sexual de forma espontánea. Por otro lado, y con mayor frecuencia, puede darse una actitud sexual neutra. Es decir, tener una predisposición a realizar una interacción sexual si los estímulos que perciben son suficientes y adecuados, produciendo el cambio de la neutralidad al deseo y a la excitación, en este sentido podríamos decir que es un deseo reactivo. Si el resultado que se obtiene es positivo tanto en la parte emocional como en la parte física, aumenta la motivación sexual. La gratificación se consigue mediante la satisfacción y el placer, hay que puntualizar que no es necesario alcanzar el orgasmo. Pero sí que hay que incluir aspectos subjetivos que no son necesariamente sexuales, pero sí presentan una importancia muy destacada. Hablamos de una comunicación empática, un ambiente de respeto dentro de la pareja, confianza, sentirse atractiva, apreciada, deseada, etc. Son estímulos que pasan a la mujer de una postura neutra a la excitación y al deseo.
En cambio, si el resultado es negativo, como en los casos que la mujer presente problemas sexuales como la dispareunia, o que la pareja tenga una disfunción sexual, se produce una disminución de la motivación sexual. Hay que añadir que existe una gran variabilidad de deseo entre las mujeres, no existe un modelo lineal.
Activadores externos de la respuesta sexual femenina
No nos podemos olvidar que en la respuesta sexual existe química, para que esta se ponga en funcionamiento, es necesario que nuestros sentidos puedan recibir estímulos, ya que son nuestros canales de entrada de la información, esta hará que se desencadene la química de la sexualidad.
Podemos comenzar por la vista. No nos olvidemos de que estamos hablando en general. Qué parte o partes de un chico les resulta más atractiva a las chicas: el abdomen, los brazos, las piernas, los glúteos, la espalda. Puede que sea una parte, varias o todas.
En cuanto al olfato, un cuerpo limpio, el olor de un buen perfume o colonia son aspectos que tienen una influencia importante a la hora de que una mujer se pueda sentir atraída por un hombre. Hay que tener en cuenta que las mujeres poseen una mayor y más sensible capacidad olfativa, por lo que les resultan más agradables los olores menos intensos.
Los oídos juegan su papel a la hora de la seducción. Concretamente, no solo por lo que se diga sino cómo se diga y que estos mensajes se produzcan en un momento concreto.
El gusto no es uno de los sentidos que tiene una gran relevancia a la hora de la respuesta sexual humana. Aunque si bien es cierto, un mal sabor puede ser un freno a la hora de realizar alguna práctica erótica. Hay que tener en cuenta que el beso es una práctica, y esta si tiene una gran importancia en la respuesta sexual femenina.
En cuanto al tacto, este sentido tiene una especial relevancia en el inicio de la respuesta sexual. Como es sabido, existe un mapa de zonas del cuerpo que son más sensibles cuando son estimuladas, produciendo un goce mayor a la hora de la respuesta sexual. También es verdad que esas zonas contienen un mayor número de terminaciones nerviosas, con lo que producen mayor excitabilidad. Desde cualquier tipo de estimulación, podemos decir que los genitales son las zonas de mayor sensibilidad, incluyendo el ano, los pechos (sobre todo los pezones). Por otro lado, hay otras partes del cuerpo como son: las orejas, el cuello, los pies… que obtienen una mayor relevancia a través de la experiencia. Si el momento es el adecuado, y se produce esta activación, se puede poner en marcha el deseo y/o la excitabilidad. Con ello, la persona puede alimentar la elaboración de fantasías. En consecuencia, aumenta el deseo sexual que inicialmente se tenía.
Activadores sexuales internos de la mujer
Los activadores que presentan mayor relevancia en la respuesta sexual femenina son los sueños y las fantasías eróticas. Poseer una buena capacidad de fantasear, tiene como resultado un aumento en la motivación sexual, puesto que la fantasía erótica puede ser el objeto central del deseo. En este sentido hay que puntualizar que las fantasías varían en función de la orientación sexual. Una de las más frecuentes en mujeres heterosexuales es el cambio de compañero sexual. En cambio, en mujeres homosexuales sería el idilio con la pareja establecida.
Conclusión
Todo lo que se ha puesto en los párrafos anteriores como son las fantasías, nuestros sentidos, las actitudes y las emociones dependen en gran parte de la historia de socialización y culturización a la que somos sometidos todos los seres humanos. Esto hace que formemos unos esquemas, aunque estos no sean rígidos, ya que van cambiando según avancemos en nuestro ciclo vital, hay que tenerlos en cuenta. Cobra una especial relevancia el guion sexual que tiene cada persona. Es un guion único, dado que somos únicos e irrepetibles. Conocer la respuesta sexual en este caso de la mujer, ayuda, tanto a ella como a la persona con la que pueda compartir sus conductas íntimas, dado que le proporciona una información que le puede repercutir en mucha satisfacción.
Como también se apuntó anteriormente, no existe un modelo lineal del deseo sexual de la mujer. Este puede tener relación con el ciclo menstrual, condicionado por los niveles hormonales. También disminuye con la edad, aumentando en cualquier edad con cada nueva relación.
Por otro lado, es importante destacar que cuando se habla de disfunción sexual femenina, es conveniente comenzar hablando por el escaso deseo sexual. Este pudiera ser indicativo de algún tipo de problema sexual, sobre todo si no hay un desarrollo de deseo cuando se realiza la interacción sexual.
En resumen, las conductas eróticas tienen que ser satisfactorias, esta satisfacción queda almacenada en el recuerdo, con lo que da pie a repetir los encuentros. Si nos fijamos un final concreto, puede que este no sea tan satisfactorio, esto puede poner trabas a la hora de calificar las interacciones como positivas. Por ello, el fin que podemos marcar es disfrutar del encuentro, y cada persona lo hace a su manera. Por otro lado, hay que ser egoísta en la sexualidad, este egoísmo positivo hace que nos hagamos responsables de nuestro disfrute, comunicando en cada momento lo que anhelamos o deseamos. En consecuencia, tendremos un gozo mayor y haremos gozar más a la persona o personas con las que compartimos nuestra erótica.